Adentrarse en los largos pasillos del supermercado es como entrar en una “jungla” de colores y propiedades mágicas que impactan en tu subconsciente sin darte cuenta.
Esto es algo que las marcas conocen y que aprovechan para aumentar sus ventas.
Utilizan una serie de trucos de marketing para que compres productos ricos en azúcar, aceites refinados y otros ingredientes de baja calidad pensando que son saludables.
Así que lamentablemente el aspecto a primera vista de un producto no nos sirve para ver si es de calidad o no.
Quédate y descubre las trampas más típicas y estrategias para vender en supermercados.
¡Empecemos!
Una de las trampas más utilizadas es hacernos creer que un producto es mejor por incluir una palabra o frase de moda que relacionamos con algo saludable.
Palabras como por ejemplo “integral”, “light”, “casero”, “natural” o “ecológico”.
O frases como “bajo en grasa”, “ricos en hierro”, “sin azúcares añadidos”, “con vitamina D”, “enriquecido con omega-3”, "sin aceite de palma".
Esto nos lleva a poner el foco en un solo nutriente y no mirar el listado completo de ingredientes para valorar el producto en su totalidad.
Si le damos la vuelta al producto y leemos los ingredientes (que se ordenan según su protagonismo) podemos encontrarnos azúcar, derivados del azúcar, harinas refinadas y aceites vegetales.
Otra trampa muy relacionada con la que acabamos de ver es hacer énfasis en propiedades nutricionales irrelevantes.
Por ejemplo “Cuidar el corazón”, “Reducir el colesterol”, “Huesos fuertes”, “Activa tus defensas”, “Ayuda a …”, etc.
Alardean de propiedades derivadas de su consumo que son falsas.
Básicamente porque temas como la salud del corazón, el colesterol, la densidad ósea o el sistema inmunológico dependen de muchos más factores.
Ni siquiera comer más vegetales te puede asegurar estos beneficios.
Y hablando de beneficios, algunos productos precisamente utilizan imágenes o nombres de alimentos saludables en sus portadas para hacernos creer que son como estos alimentos.
Por ejemplo, usan la imagen de una fruta o palabras como “avena” o “semillas de chía”.
Pero si leemos los ingredientes vemos que contienen menos de un 5% de este alimento.
¡¿Por qué no ponen “AZÚCAR” o “HARINAS REFINADAS” que es el 95% del producto?!
También es posible que utilicen la imagen d e un dibujo animado para hacernos pensar que es un producto para niños.
O una silueta de una mujer en forma para que creamos que es ideal para nuestra salud.
Pero no necesitamos “mejores” leches, yogures o cereales que aquellos más naturales.
EN CONCLUSIÓN:
“Vigila con los productos engañosos que usan imágenes, palabras y propiedades bonitas pero que están formulados a base de azúcar, harinas refinadas y aceites vegetales.”
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